sábado, 23 de abril de 2016

Paolo Giordano, en tres respuestas


El escritor italiano y autor de ‘La soledad de los números primos’ nos definió, en tres afirmaciones contundentes, su relación con la ciencia (es físico y ha investigado los quarks, elementos fundamentales de la materia), así como su cercanía con la soledad y con Colombia, a propósito de su conversación con Santiago Gamboa, hoy en la FILBo.



El físico italiano Paolo Giordano regresó en el 2013 al panorama literario mundial con la novela El cuerpo humano, retrato de un grupo de soldados italianos en una base militar en Afganistán. Giordano acaba de publicar su tercera novela, Como de la familia en una conversación con Santiago Gamboa.
En los tres libros del escritor se percibe un involucramiento profundo y una investigación exhaustiva, pues “lo más difícil de escribir no es la documentación, es hacer que la historia sea creíble”, afirma Giordano. Su narrativa condensa en un sólo momento su situación. De ahí que el verdadero tema de las novelas es el paso del tiempo, de un pasado que ya no volverá. Algo que, en términos de física, es “una transformación irreversible”.
Para un autor que viene de la ciencia, ¿cuál es el motor más poderoso para crear sus obras? ¿El amor, la pasión, el aburrimiento, la lógica?

La inquietud, creo. Un sentido perenne de insatisfacción, que me empuja a expandir la vida real en aquella que me ofrece la ficción. No es una motivación muy diversa, si lo pienso, de aquella que me llevó a elegir la física teórica, otro mundo abstracto, con sus reglas, donde podía estar en contacto con la inmensidad de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande. Por lo tanto, escribir es otro modo de trascender la naturaleza finita de las experiencias.

La soledad es un tema frecuente de sus obras. ¿Por qué? ¿La vive a diario o la ha estudiado desde su mirada como escritor?

Imagino que cada escritor tenga una relación viva con su propia soledad. De otra manera no elegiría hacer aquello que hace. Y mi soledad, creo, se asemeja mucho a aquella de los niños, que no es nunca en realidad una. Es una soledad llena de fantasías y de personas. Casi siempre hay una historia, la historia de aquel momento, que la ocupa toda y no la hace parecer en absoluto vacía.

¿Qué conoce de Colombia y de su literatura?

He tenido un largo e intenso periodo “garcía-marquéziano” (sic), como muchos, como casi todos. Una decena de años atrás leí muchas de sus obras una detrás de la otra. Mi esposa es una lectora apasionada de Álvaro Mutis, pero me he siempre prometido leerlo también yo, pero todavía no he comenzado. En mi estudio, en frente de mi escritorio, tengo una foto junto con Héctor Abad Faciolince, que Daniel Mordzinski nos hizo durante el Festival de Cartagena. Es una foto que quiero mucho. Aquella, en Cartagena, fue una experiencia extraordinaria, de las más bellas desde que hago este oficio.


Por Enrique Patiño

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