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La
Nobel vendrá a presentar su libro ‘La hippie que
llegó a ser Nobel de la Paz’ y a hablar de perdón, reconciliación y conflicto.
Conozca las cinco frases que mejor la definen.
Desde que ganó el Nobel
de Paz en 1997, Jody Williams viaja por el mundo con la claridad de que solo la
justicia puede dejar atrás los conflictos.
Esta mujer que habla
con desfachatez, se considera una hippie,
vive en el casi desconocido pueblo de Putney de tan solo 2.000 habitantes
en el estado de Vermont (Estados Unidos) y suelta palabras soeces a destajo
para expresar sus ideas, declaró en Guatemala, por ejemplo, hace dos semanas,
que “la justicia nunca es un acto de venganza. Debe ser aplicada para que no se
repitan las barbaries que se han cometido”.
Su posición a favor de
la rectitud de la justicia y en contra de las minas antipersonales definen bien
a esta mujer que lanzó en 1992 la Campaña
Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona, en coordinación con
seis ONG, una iniciativa que cobró una fuerza extraordinaria y terminó
integrando a 1.300 organizaciones de 95 países hasta el punto de conseguir que
en 1997 se firmara el Tratado de Ottawa, que prohíbe desde entonces el uso de
las minas antipersonales. Colombia es el segundo país más afectado en el mundo
por el tema, aún hoy, después de Afganistán.
Así
ganó el Nobel ese mismo año y con todo su legado pacifista llega ahora a la
FILBo 2016, en una visita más que oportuna, sobre todo en momentos en que las
discusiones sobre el desminado forman parte de las negociaciones con la
guerrilla, y los diálogos de paz con las Farc vislumbran la firma de un acuerdo
definitivo.
Además,
Jody Williams visita Colombia justo en el año en que el tema de la Paz será
crucial durante las Conversaciones que le
cambiarán la vida, que en este 2016 tendrá como nombre Fin
y principio: a propósito de la paz, título que nace a partir del poema de la Nobel polaca Wislawa
Szymborska.
Jody
Williams, precisamente, es una de las invitadas centrales de la FILBo, que este
año irá del 19 de abril al 2 de mayo en Corferias. Su activismo, de hecho,
comenzó durante la guerra de Vietnam y siguió en América Central durante los
años ochenta, cuando se centró en hablar sobre los efectos de la política de Estados
Unidos en la región y aprendió español fluidamente en Nicaragua.
En
2007 lideró una misión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para
investigar los crímenes de guerra en Darfur. Luego, al frente de la
organización Nobel Women's Initiative, de la que forma parte junto a otras
ganadoras del premio de la Paz como Rigoberta Menchu, Wangari Maathai, Betty
Williams, Mairead Maguir y Shirin Ebadi, ha venido trabajando para darles
reconocimiento a las mujeres que luchan por cambiar el mundo en ámbitos como la
justicia, la igualdad y la paz.
Actualmente
sigue siendo parte de la Campaña Internacional
para la Prohibición de las Minas (International Campaign to Ban
Landmines) y es la décima mujer y tercera estadounidense en recibirlo en
los casi cien años de historia del Premio Nobel. Además, es escritora y muy prolífica.
Sus obras son numerosas, pero su libro más reciente que además estará en la
Feria, es La hippie que llegó a ser Nobel
de la Paz. A sus 65 años, llega a Colombia a hablar de paz y a sentar sus
puntos de vista al respecto.
Cinco frases de Jody Williams
ü “Está comprobado que los pueblos que no hacen
justicia ni reconocen la memoria histórica, no sanan sus heridas. La gente que
cree que simplemente se puede olvidar lo sucedido está equivocada porque esta
es la mejor forma de seguir desunidos. Sobre todo en los crímenes: no se pueden
dejar en el olvido y ya, sino que hay que reconocerlos y pagar el precio que
cada sociedad defina qué es lo justo”.
ü “Pienso que hay una mitología de que si quieres
cambiar el mundo tienes que ser santo, como la Madre Teresa o Nelson Mandela o
el arzobispo Desmond Tutu. La gente ordinaria con vidas que suben y bajan y dan
vueltas en círculos pueden igual contribuir el cambio”.
ü “Incluso los
soldados de la Guerra de Vietnam han dicho que cuando peleaban en esa guerra,
las minas eran una de muchas armas que usaban en la lucha. No fue sino hasta
comenzaron a pensar sobre el legado que habían dejado las minas que reconocieron
el impacto a largo plazo e indiscriminado de esta arma”.
ü “Para mí, la diferencia entre una persona
extraordinaria y una ordinaria no es el título que tenga, sino lo que hacen
para convertir el mundo en un lugar mejor para todos nosotros”.
ü “Creo que preocuparse por los problemas que plagan
nuestro planeta sin tomar pasos para enfrentarlos es absolutamente irrelevante.
Lo único que cambia el mundo es tomar acciones”.
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