Una épica batalla entre el bien y el mal se libró
en la Carpa Arcadia de Corferias.
Crédito: María José Alba
En tiempos inmemorables, el Dios Cronos convocó a su ejército del mal
comandado por Guerrardo, un temible y poderoso guerrero que deja destrucción,
dolor y muerte por donde pasa. Su misión es acabar con el Rey Ambrosio, quien
gobierna en Ambrosia.
Mientras tanto, su hijo Zeus y la malvada Medusa, junto con sus lacayos
Cizaña e Intriga, maquinan un plan para secuestrar a las hijas del rey, Carla y
Marie, y así obligarlo a dejar el trono.
Como respuesta a esta declaración de guerra, el cobarde pero respetado rey
de Ambrosía, pidió ayuda a su pueblo, pues sabía bien que la unión hace la
fuerza, y es la única manera de hacerle frente al terrorífico Gerrardo. A su
llamado asistió el herrero, los campesinos, las lumbreras y hasta los más
loquitos del pueblo, todos dispuestos a combatir contra el ejército de Cronos y
así evitar ser sometidos por él.
En medio de la confrontación entre seguidores de Guerrardo y el pueblo
de Ambrosia, salió a la luz una revelación: “Yo, Zeus, hijo de Cronos,
estoy enamorado de Carla, la hija del rey”. Estas palabras retumbaron en
los oídos de los enfrentados e hicieron reflexionar a cada uno de ellos,
llevándolos a una misma pregunta: ¿Realmente queremos esto? La respuesta
en unísono fue: “No, queremos la paz” Al final Cronos se quedó solo con
su rencor, y no le quedo más que aceptar la paz.
Fue así como el musical Mambrú perdió la guerra, presentada por la Universidad Cooperativa de Colombia, con un elenco de 50 jóvenes entre 6 y 20 años, logró que grandes y chicos, testigos de esta batalla, entendieran que el amor es más fuerte el odio, la guerra sólo deja desdicha y sufrimiento; pero, sobre todo, que la vida es más importante que la muerte.
Por Juan Lesmes
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