El tráfico de personas y los malos tratos a las
empleadas domésticas están dentro de las nuevas formas de sometimiento, aun
después de décadas en las que las sociedades creyeron que el término esclavitud
podría olvidarse. Desde el cine, películas como Biutiful, de
Alejandro González Inárritu, mostraba hace unos años la tras escena de la trata
de personas; y la premiada The Help
(Criadas y señoras), contaba también hace unos años la historia de las mujeres
sometidas por sus patronas en Jackson, Misisipi, al sur de Estados
Unidos, que fue denunciada a través de un libro.
Precisamente sobre ese tema, la FILBo 2016 realizó una
conferencia de María Roa Borja, la trabajadora doméstica colombiana que ocupó
el lugar central del panel Mujeres y Trabajo para la Construcción de la Paz de
la Universidad de Harvard.
Reconocimiento y respeto para las trabajadoras de
lo doméstico
En
representación de más de 700 mil empleadas domésticas en Colombia, María Roa
Borja, Presidenta de UTRASD (Unión de Trabajadoras del Servicio Doméstico), un
sindicato que busca mejorar las condiciones de empleabilidad de estas mujeres,
hizo un llamado para que se reconozca y valore el trabajo de sus compañeras,
pues son mujeres quienes además de servir en diferentes hogares como aseadores,
cocineras, asesoras e incluso enfermeras, han vivido situaciones que nadie
quisiera experimentar.
Muchas de
las mujeres de estas mujeres han sufrido en carne propia las desgracias producidas
por el conflicto interno del país: la mayoría de ellas han visto derramar la
sangre de sus seres queridos y en consecuencia, han huido de sus tierras
abandonando los sueños que de niñas tenían, con el fin de encontrar nuevas
oportunidades para sobrevivir. “Somos
nosotras lsa empleadas domésticas las que vivimos muchos de los horrores de la
guerra: violaciones, embarazos y abortos forzados; hemos visto masacres,
desapariciones y alguna vez hemos sido amenazadas; hemos sufrido el
hostigamiento, las vacunas y las extorsiones; además hemos soportado el
reclutamiento de nuestro hijos, hijas y parejas por parte de actores
armados legales e ilegales de nuestro país”, señaló María Roa en la
conversación que tuvo lugar en Corferias.
Mientras
hablaba del tema, fue inevitable para María que las dolorosas vivencias a las
que se refería le hicieran un nudo en la garganta: con la voz entrecortada y
tratando de no llorar, dijo: “Las
mujeres que hoy en día integran este sindicato son la radiografía de la
sociedad colombiana marcada por la desigualdad, la inequidad y la
justicia social, además de la indiferencia, frente a la forma como a nosotros
en particular nos ha afectado la guerra y el conflicto”, pues a pesar de
no tener un título profesional, ante todo, dice ella: “Soy un humano, que siente y merece respeto, trato justo y
dignificado en cualquier lugar. Así como las mujeres que trabajan en sus casas”.
María Roa,
una mujer humilde, de carácter fuerte y directo, pidió al Gobierno Nacional que
no las olvide, a los ciudadanos que no sean indiferentes y a sus compañeras,
mucha resistencia y valor. Porque más allá de solicitar “mínimo un salario mínimo”, ellas
quieren, mediante su lucha, ser constructoras de un país equitativo y justo.
Para conocer más sobre
conversaciones que, como ésta, dan otras formas de ver nuestras realidades,
pueden ingresar a la programación de los eventos que la FILBo tiene preparada
en el siguiente link:
Juan
Lesmes, equipo de prensa FILBo
Material libre para uso de prensa.
Material libre para uso de prensa.
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