Por primera vez,
dos autoras de República Checa visitan la Feria del Libro. Radka Denemarková,
con su obra 'El dinero de Hitler', marcó un hito en Europa al abordar el
segundo Holocausto, o el dolor que quedó después de la guerra.
Crédito: María José Alba
Crédito: María José Alba
Lo tiene claro: no existen ni los
culpables ni las víctimas, ni los vencedores ni los vencidos. "Todos somos
vencidos. Una guerra no termina cuando se firma la paz, pues luego las
relaciones, el dolor y los sentimientos continúan desarrollándose". Una
frase que parece sacada del contexto de Colombia, pero que pronuncia una
escritora checa punzante que ha investigado las consecuencias de la guerra y ha
escrito sobre ella.
Precisamente por eso, Denemarková
presentó a Nanette Blitz en la FILBo, la compañera de Ana Frank, sobreviviente
del Holocausto, para hablar de lo que queda después de los conflictos, que no
siempre es la paz. También, en esos rezagos de la guerra, queda el
resentimiento, el desprecio y de nuevo, la discordia.
Radka Denemarková, quien estudió
germanística y bohemística en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Carolina de Praga, publicó El dinero de Hitler y ganó con esta
obra el Premio Magnesia Litera de prosa). La edición polaca fue nominada
al Premio Angelus (2009), la alemana logró el Premio literario Usedom (2011) y
el Premio Georg Dehio (2012). Por su novela Kobold (2011) fue
nominada para el Premio Josef Škvorecký. Sus textos han sido traducidos a 17
lenguas.
1. En
el primer capítulo de El dinero de Hitler, Denis, un niño de cinco
años, excava con su pala de juguete y encuentra una calavera humana. Al igual
que Denis con su pala, ¿qué calaveras y esqueletos encontró al investigar y
escribir su novela?
La historia de la Europa Central y la
historia de la humanidad están llenas de calaveras. El niño con el cráneo
simboliza para mí a Hamlet con el cráneo que se cuestiona de manera fundamental
y que no le teme a la verdad. Escribí sobre el llamado “segundo holocausto”, el
cual iniciaron los checos después de la Segunda Guerra Mundial. A través de mis
primeras novelas investigué el espacio de Chequia, y de la Europa Central,
lugar donde vivo, donde he nacido y donde probablemente moriré. Necesitaba
conocer las relaciones históricas y sociales que definen a la actualidad. Como
resultado de la investigación sobre nuestra mentalidad nacieron tres libros (El
dinero de Hitler, ¿Quién llama a la puerta? y Kobold). Es
evidente que no somos una simple suma del pasado. Pero no podemos huir de él.
Yo escribo sobre la actualidad. Las historias vitales sobrepasan las
construcciones mentales y los marcos de los historiadores, por ello muchos
temas se callan. Pero cuando se llega hasta la médula, ya no se puede desviar.
Porque es la única manera de profundizar la comprensión de la víctima.
2. La
protagonista de El dinero de Hitler, Gita Lauschmannová, es una
refugiada, una mujer que se salva del Holocausto y que al regresar a su hogar
no es bienvenida. ¿Qué opina de los cientos de mujeres como Gita Lauschmannová
que huyen de la guerra en Siria y no son bienvenidas en Europa Central?
El dinero de Hitler es
infortunadamente actual. Es la historia metafórica de un fugitivo, que no es
bien recibido en ninguna parte. Es la historia de una víctima. Yo estaré
siempre del lado de las víctimas. A la verdad hay que llamarla por su nombre.
Todos le temen a la verdad. Siento un gran horror al saber que las jóvenes,
fugitivas en los barcos, que aterrizan en la isla Lampedusa han sido violadas
por otros fugitivos. Nada es blanco y negro. Y el totalitarismo del comunismo o
del nazismo no es el único. Existen totalitarismos en las empresas, en las
familias, en las relaciones. Todo lo que la sociedad desaloja sale a flote a lo
largo de algunas generaciones.
Una escritora en realidad no puede
borrar las huellas, no puede negar el dolor. Es así como el lector se puede
encontrar en la narración. A través del dolor oculto, ambos, el escritor y el
lector encontrarán la sensibilidad. Se sumergen en la lengua en la cual
purifican la historia de la vida oculta, trátese de la historia o de la
actualidad. No importa absolutamente si son víctimas del antisemitismo,
racismo, fundamentalismo cristiano o islámico, de guerras, alemanes repatriados,
o adultos que vivieron violencia familiar o niños enviados sin razón a
los hospicios.
3. En
su novela de 2014, Contribución a la Historia de la alegría, la
investigación policial sobre el suicidio de un empresario evoluciona hacia el
tema de la violencia contra las mujeres ¿Qué la llevó a explorar este asunto?
Mi objetivo con la novela Contribución
a la Historia de la alegría era devolver a las mujeres su verdadera
independencia y su indiscutible e innegable dignidad. Es decir, el hombre libre
no puede vivir sin la mujer libre. Y el hombre debe respetar que la realidad de
la mujer es diferente de su realidad. Y por otra parte, la mujer libre no puede
vivir sin el hombre libre y debe respetar el hecho de que la realidad del
hombre simplemente difiere de la suya. Esto es el camino hacia una humanidad
feliz.
Durante todos los conflictos armados
y durante las guerras las mujeres son violadas. Y esa violación no tiene nada
que ver con el sexo. Se trata de un arma de destrucción masiva. Es un crimen terrible.
La paradoja consiste en que la vergüenza no la tiene el que comete el crimen
sino la víctima. Estoy tomando siempre la posición de los “personajes” que en
este momento necesitan ayuda, que están en la posición de desventaja o son
víctimas. No se trata de género. Se trata de la realidad.
En Contribución a la Historia
de la alegría empecé a meditar sobre los crímenes horripilantes nunca
castigados y sobre los hechos que hoy en día me duelen a lo máximo que son
sobre todo la unión entre la religión y la política. Estoy totalmente
convencida de que la fe tiene que ser la cuestión privada. Casi todas las
religiones expulsan un grupo de la gente anticipadamente, y las mujeres son
cuerpos de segunda categoría. Esta es una marca que está tatuada en nuestra
mente durante siglos. Muchas organizaciones en África tienen que resolver los
destinos de las niñas huérfanas abandonadas, porque allí las niñas son
consideradas como unas cosas sin valor. El reflejo de la desaparición de las
alumnas de Nigeria también forma parte de mi libro. ¿Cómo pueden desaparecer
tantas personas y no tener ninguna pista mientras tenemos todos los soportes
técnicos imaginables? Y finalmente nos enteramos de que el gobierno nigeriano
lo sabía todo, y toleró el secuestro porque hacía parte de la lucha política
porque un partido basado en el Islam no quiere que las niñas estudien y salgan
de casa. Y así las niñas eran secuestradas y torturadas como las esclavas
sexuales.
4. Usted
ha traducido varios libros de la Premio Nobel Herta Müller del alemán al checo.
¿Conocía a Herta Müller antes de traducirla? ¿Qué opina de su obra?
Después de cada novela me siento
bastante herida. Con las traducciones “descanso” en medio de mi propia
escritura. De Herta Müller me llamó atención su lengua (minorías alemanas de
Rumania). En realidad nadie se interesaba en sus libros, con la disculpa que
“los temas rumanos no interesan a nadie”. Y después, cuando recibió el premio
Nobel de repente apareció el interés. Eso me confirmó la superficialidad de
nuestra época.
5. En
Colombia, fuera de las dos K (Kafka y Kundera), poco conocemos de la literatura
checa. ¿Qué autores le puede recomendar a los lectores colombianos?
Jan Amos
Komenský. T.G. Masaryk. Jiří Kolář. Věra Linhartová. Milada Součková.
Bohumil Hrabal. Václav Havel. Eso son los autores que salieron de un espacio
limitado. Son parte no solo de la literatura checa sino de la universal. Ellos
valoran los conceptos de verdad, respeto hacia el hombre y el humanismo.
Por Alejandro Fernández
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