Crédito; Alirio Guiza
Con las voces
de Patricia Lara, María Emma Wills y María Eugenia Vásquez, se les dio paso a
las faldas, los tacones y el maquillaje en la guerra: “Hay que tratar de
comprender qué le pasó a la mujer durante el conflicto”.
La guerra siempre ha tenido que ver con el género. Está
atada a los comportamientos establecidos por la sociedad acerca de lo que debe
hacer una mujer. “Cuando un hombre sale de su casa para pelear, es un
héroe, un modelo a seguir para sus hijos e incluso es reconocido socialmente.
Pero cuando una mujer decide salir a pelear se convierte en una abandonadora porque deja de ejercer sus oficios como ama de casa”, plantea María
Eugenia Vásquez, ex combatiente guerrillera.
¿Cómplices?
Si bien las mujeres “no están hechas para la guerra”, como
lo afirma Patricia Lara, periodista y autora del libro Las mujeres de la guerra, sí son parte fundamental en uno de los aspectos
de la misma: la crianza y la educación de los hombres que forman parte de los
conflictos. “Somos cómplices de la guerra cuando permitimos comportamientos
machistas por parte de nuestros hijos o esposos”. A pesar de que la
guerra está en la mitad de la vida cotidiana,
Según un documento publicado por el
Observatorio de Procesos de Desarme,
Desmovilización y Reintegración (ODDR) en los procesos con las Autodefensas (2003–2006), ellas representaron el 6% (1.911) de los desmovilizados. Entre el 2002 y septiembre del 2014, constituyeron el 19% (5.460) de quienes desertaron de organizaciones guerrilleras y autodefensas en modalidad individual. Durante ese mismo periodo, el 25% de los que individualmente renunciaron a organizaciones guerrilleras (863 casos) fueron mujeres. María Emma Wills, la única mujer de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, asegura que ser testigo de las historias de las mujeres que fueron parte de la guerra significa comprometerse con la paz. Comprometerse con la memoria histórica del país: no solo de las historias trágicas, sino también de las historias con planes de vida y metas.
Desmovilización y Reintegración (ODDR) en los procesos con las Autodefensas (2003–2006), ellas representaron el 6% (1.911) de los desmovilizados. Entre el 2002 y septiembre del 2014, constituyeron el 19% (5.460) de quienes desertaron de organizaciones guerrilleras y autodefensas en modalidad individual. Durante ese mismo periodo, el 25% de los que individualmente renunciaron a organizaciones guerrilleras (863 casos) fueron mujeres. María Emma Wills, la única mujer de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, asegura que ser testigo de las historias de las mujeres que fueron parte de la guerra significa comprometerse con la paz. Comprometerse con la memoria histórica del país: no solo de las historias trágicas, sino también de las historias con planes de vida y metas.
Hacer preguntas sobre género, sobre la
mirada al entendimiento de la guerra desde una perspectiva femenina, abre la
mente a lo que fue, es y puede llegar a hacer la mujer en puestos militantes.
Es necesario entender las razones del por qué las armas dejaron de ser una
expresión para buscar el camino hacia la democracia. ¨Tenemos que nutrir la
memoria colectiva¨ aseguró Olga Behar, escritora de Las guerras de la paz, que habló de ciertos temas que generaron
polémica y la forzaron a buscar exilio en otro país.
Contar la Guerra para no repetirla
¨Nosotras somos constructoras de paz y no
todo en la guerra es horror. Hay amistades, hay vida en el conflicto y todas
desarrollamos un instinto maternal¨, explicó María Eugenia Vásquez sobre su
experiencia como militante. Por el contrario, la escritora Patricia Lara afirma
que la maternidad y la guerra no son compatibles. Pese a los desacuerdos, esta
es la importancia de reconstruir la memoria: contar la guerra para no
repetirla.
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