Crédito: Viviana Bocanegra
El auditorio José Asunción Silva de
Corferias fue el escenario en el que diversas agrupaciones musicales se
presentaron en el concierto “Tocó cantar, travesía contra el olvido”, un
trabajo musical realizado por el Centro de Memoria Histórica que cuenta, o
mejor dicho, que canta historias sobre comunidades ignoradas y personas
excluidas por la situación socio-política del país.
Acompañado de una guitarra, un bombo y
un cuatro, el bogotano Andrés Zapata fue el primero en compartir su canción “Rio
que canta”: una chacarera que cuenta las ilusiones de pueblos desplazados,
víctimas del conflicto en zonas olvidadas del país, y al mismo tiempo, le hace
honor a esa corriente de agua por donde navega vida e historia:
“…El río te canta, el río te llora
La sangre del río canta tu memoria
Hoy quiero volver a la tierra
Por mis ganas infinitas
Quiero volver a la siembra
Quiero volver a la escuela donde
aprendí
Quiero
ver a mi familia, juntita y feliz…”
Luego de la chacarera, el turno es para
la música llanera: las maracas entonces fueron las protagonistas, pero no podía
falta el cuatro, el arpa ni la bandola. Mientras estos instrumentos sonaban,
Ricardo Cabaneiro, líder vocal de la agrupación, entró en escena para cantar: “Pa´
que violencia”, una composición inspirada en el hostigamiento que han sufrido
amigos y vecinos a causa de la guerra en el país.
“Ahora le cuento cuales son mis
peticiones
Hoy me atreví a tomar la vocería
De mucha gente que quiere ver
soluciones
Ya no más muerte por este conflicto
armado
Que hoy lo tenemos casi en todas las
regiones
Miles de viudas, huérfanos y madres
tristes
Esto es lo que hace hablar nuestros
corazones…”
En tercer lugar, llegó desde Cali el
cantautor Jairo Ojeda, un hombre que se ha desempeñado desde hace treinta años
en el mundo de la música para niños. Para este cautivador concierto, Ojeda
ofreció su canción “Diez años cada domingo”, un tema que representa el dolor de
los padres al ver a sus hijos partir en un camión hacia la guerra.
Dos campesinos esperan bajo el alero
del rancho,
Al bus que cada domingo viene por
frutos del campo.
Ella, de pañolón negro, y él, con su
poncho de blanco,
Ambos con canas de plata y una sonrisa
en los labios.
Al hijo de sus amores se lo llevaron un
día
Unos rudos militares dizque a pagar el
servicio.
Diez años hace que esperan, diez años
cada domingo.
La cuarta presentación fue a cargo de
47 Corp, una agrupación de hip hop
que llegó con todo su “flow” desde la
ciudad de Barranquilla. Sus letras nacen de la pasión por la música y el
espíritu de lucha contra los sistemas opresores.
Las lágrimas son pocas para las miles
de victimas
¿De qué sirve el subsidio si la ayuda
es ínfima?
Huyó por los maltratos y no dejó ningún
rastro
El niño empuñó el arma y mató a su
padrastro
El barrio está cercado por fronteras
invisibles
Buscamos el camino hacía un corazón
sensible
Sé que es posible perdonar, dejar las
armas,
Resistencia
pacífica construye nuevas
Conciertos como el que tuvo lugar el pasado viernes en la FILBo, son una manera levantar la voz pacíficamente en contra de los actos violentos, que a través de los años han hecho derramar lágrimas de padres y sangre de inocentes a lo largo y ancho del país.
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